domingo, 14 de febrero de 2016

LIBERTAD DE EXPRESIÓN DE LAS MATRONAS






Hace unas semanas dejé de impartir clases de preparación al parto para una famosa aseguradora conectada con un hospital privado de Madrid.
Hace más de tres años que lo vengo haciendo en diferentes centros de ésta aseguradora; al principio impartía muchas clases, me servía para ir perdiendo el miedo a hablar en público, soltarme y tener ciertos ingresos más o menos fijos al mes, que al ser autónoma me venían bien…

Tenía un perfil de parejas bastante diferente al que estoy acostumbrada; salvo excepciones, las parejas con las que me encontraba no habían tratado con una matrona durante su embarazo, tenían bastante miedo al parto y no poseían información sobre el curso normal de su embarazo, sólo una carpeta con mil analíticas, ecografías y pruebas.

Cuando trataba el tema del plan de parto, muchas se extrañaban de “poder elegir cosas relacionadas con su parto” pero a otras les parecía muy buena idea poder elegir la postura para dar a luz y estar cómodas, poder caminar durante la dilatación, conocer los recursos que tiene su hospital para controlar el dolor en el parto (tanto farmacológicos como naturales), beber agua, no separarse de su bebé nada más nacer, estar acompañadas en todo momento por la persona de su elección…

Cuando me preguntaban qué podían hacer para evitar una episiotomía (porque todas sus amigas habían sufrido una) o si era normal que alguien se les subiera encima para apretarles la barriga y que saliera el niño (porque a varias conocidas se lo habían hecho) la verdad es que se me caía el alma a los pies…
Cada vez que una me decía “mi ginecólogo me ha dicho que como es el primer bebé es mejor una episiotomía que un desgarro” o bien “en este hospital no cogemos planes de parto, nosotros sabemos muy bien lo que hay que hacer” o “aquí se pare normal, tumbada, en el potro y en quirófano porque es más seguro que en la habitación” o bien “no sé para qué quieres saber qué métodos naturales hay si al final todas os ponéis la epidural”…

Por dar la información que recomienda el Ministerio de Sanidad con respecto a la atención al parto normal y por recomendar a las mujeres informarse sobre los protocolos de actuación del hospital que habían elegido para dar a luz, he recibido toques de atención en varias ocasiones.
He recibido toques de atención de los ginecólogos a los que no les gustaba que “sus pacientes” les llevaran planes de parto y les preguntaran por porcentajes de episiotomías y cesáreas, quejas porque estaba bajando el número de partos en ese hospital…

Finalmente esas quejas han hecho que dejen de contar con mis servicios.

Curiosamente, montones de parejas dejaban constancia en las hojas de evaluación, lo satisfechos que estaban con la información recibida en las clases por parte de la matrona.
Y he recibido en muchas ocasiones agradecimientos por encontrarse con unas clases de preparación al parto “muy diferentes a las esperadas”.

Y yo me pregunto… ¿el número de partos está bajando en ese hospital por mis clases de preparación al parto o porque se va corriendo la voz de la asistencia que ofrecen y las mujeres comienzan a buscar otra cosa?

Es más fácil mantener a las embarazadas en la ignorancia, que no sepan demasiado, que no pregunten y que no pidan cosas “diferentes”, no vaya a ser que nosotros tengamos que cambiar nuestra manera obsoleta de trabajar…

Cuando me comunican que desde “el Hospital” han solicitado que prescindan de mis servicios, la persona encargada de decírmelo me argumenta diferentes puntos de vista en cuanto a la atención al parto… y eso es cierto, cada uno podemos tener un punto de vista distinto en función de nuestra formación o práctica profesional, pero lo que es incuestionable es la buena o mala praxis.

Nunca he dejado de dar información objetiva por encontrarme en un lugar en el que sé a ciencia cierta que no gusta, lo he hecho a costa de perder el empleo y si ha sido así me siento orgullosa de ello.
No doy una información u otra en función del lugar donde me encuentre, creo que las mujeres tenemos derecho a elegir en todo lo relacionado con nuestra maternidad, pero elegir sin información es muy difícil…

Estoy convencida de que lo que ha sucedido volverá a pasar con otra compañera y luego con otra hasta que esos ginecólogos decidan dar ellos mismos su preparación al parto o bien claudiquen, escuchen y se den cuenta de que tratar los nacimientos como si fueran una fábrica de enlatado de sardinas puede ser rentable económicamente pero no es ético.

Mi conciencia se queda muy tranquila, aquí lo dejo.